jueves, 27 de diciembre de 2007

Años












Callo y te observo
ausente en tí misma.

¿En qué parada entre nuestras miradas
se apeó tu alegría?
No te queda, y si la hay
apenas da para llenar media sonrisa.

La mujer que un día perdió el ser niña
lentamente borra el ser mujer.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Al llegar la tarde

“Al llegar la tarde” callaba el árbol. Callaba el árbol y gritaba el mundo. Y lo único que podía escucharse era el silencio del árbol, ese silencio que susurraba entre hojas renqueantes: “al llegar la tarde”. Y no conseguía escucharlo. Gritaba el mundo entero y no podía oír lo que el árbol callaba para mí. Y la tarde llegaba y no conseguía oírlo.

Hoy los niños han elegido la menta. Estuvieron con fresa toda la semana y hoy han escogido la menta. Y en sus bocas la menta sabe a limón y en la mía a nada. ¿Por qué hoy menta? Tal vez sepa a fresa y no lo sé.

¿Viste aquel pajarillo moribundo caído del árbol? Noté una sonrisa en tu rostro y no pude comprenderla, no supe comprenderte. El pajarillo había caído, moribundo aunque ya muerto. Y su ahogado piar sabía a menta y a manos de niño que no saben que el pajarillo ya ha muerto. Y pensaste que más valía morir en las manos de un niño que intenta darte algo de pan mojado en leche que morir al llegar la tarde sólo y muerto de frío.

Al llegar la tarde la menta sabrá a muerte, a muerte de pajarillo caído del árbol. Porque hoy los niños han elegido la menta, sencillamente porque estuvieron con fresa toda la semana y hoy prefirieron la menta.

Que al llegar la tarde “al llegar la tarde” seguirá callando el árbol, y mientras el mundo seguirá gritando para que no pueda oirlo. No saben que aunque callaran no podría hacerlo. Calladas las farolas, los relojes, los coches, las nubes, las miradas, los desprecios, las sonrisas con sus risas, los deseos y la apatía… Todos callados y no sabría oírlo. Porque hoy los niños han elegido la menta.

Se acurruca el sacerdote a los pies del pajarillo. Hay un niño sentado en los primeros bancos con la cara untada en lágrimas. Tras suyo otro niño, y tras éste otro, y otro, y otro. Esperan un milagro, y entre espera y espera enganchan chicles bajo el banco. Y al entrar en la iglesia ésta huele a menta, a menta y a muerte, y a lágrimas de niño que aún huelen a fresa. Son lágrimas de semana pasada, por eso aún huelen a fresa. Las de la semana que viene tendrán olor a menta. Porque hoy los niños han elegido la menta. Toda la semana con fresa y hoy escogieron la menta.

¿Te ríes? Lo dudo, jamás te vi reir. Y no sé a qué huele tu risa. ¿Es fresa? ¿Menta? ¿Limón? NO. Tu risa debe oler a muerte, como el amargo piar del pajarillo. Subes por mi pantalón y mi camisa y te enganchas a mi mirada. Te observo, callo y escucho. El árbol aún debe callar “al llegar la tarde”, y absorto en ti no puedo oírlo. Ni siquiera oigo el mundo gritar, anclado en tu mirada fría.

Al llegar la tarde gritó al fin el árbol tu nombre. Demasiado tarde, el pajarillo ya había caído. Entre mis manos sé que ya está muerto. Tan sólo pretendo darle migajas de pan bañadas en leche. Y al acercarlas a su boca el pajarillo debe saber que va a morir. Todos deben saberlo en cuanto huelen migajas de pan bañadas en leche. Y la leche sabe a menta, y la menta a muerte.

Al llegar la tarde oscurece el sol. Al llegar la tarde duerme el árbol. Y al llegar la tarde dobla el pajarillo su débil cuello y oscurece mi lugar, mi sombra, mi mirada y mi sonrisa. Al llegar la tarde se me oscurece el alma y el corazón. Al llegar la tarde pienso en ti, y mis lágrimas saben a fresa sentado en un banco mientras esperan un milagro.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Beso

Calla,
no digas nada
cuando nada hay que decir,
no condenes el silencio
a marchitos rubores.

Que el aliento
bebido a mi alma
no inunde de voz los latidos,
no hagas jirones
el vestido de mi abrazo.

No despiertes la mirada
que duerme en tu sonrisa
con ecos de algún capricho.

Tan sólo calla,
calla y vuelve a mi
cosidos ambos por un beso.

martes, 18 de diciembre de 2007

Qué harás


Qué harás

ahora que el tiempo te arrancó
de la yema de mis verbos

descuidando recuerdos

que escuecen con cada caricia

dada a lo no hecho.


Lo eras todo

cuando no había nada más

que el tiempo a tu lado

y ahora que a tu lado no hay tiempo
nada hay más que la espera

a esa misma pregunta.


Qué harás

ahora que te echo tanto de
menos.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Lejos


Escapas
como uno de tantos sueños que no logré atar
a una pata de mi cama.

Desde lejos,
lo tan lejos como quise,
dices adiós
y me niegas.
No te culpo,
también yo lo hice.

No hagas preguntas
conoces la respuesta
llevas conociéndola desde que mentí
y vivo en su contrario.

Huye de mí tú que puedes.

Yo quedé aquí atado
a una pata de mi alma.




martes, 4 de diciembre de 2007

Hoy no


Escribo con nada que decir
futil soliloquio despojado de alma
arenas donde entierro los latidos
de mordidas lunas, no serán hoy carnada
para loas ni retratos.

Veto entrada a toda nostalgia
ayuno lágrimas, carecen de sentido,
abdico de pasión, de miradas,
cualquier vestigio de anhelo será derrocado.

Olvidaré toda lluvia secándose al viento
el aroma de las flores hoy no ha de abonar
deseos que cercenen labios.

Prohibiré cualquier suspiro ante el espejo
empañando la tristeza que cedí.

Porque hoy no...
hoy no hablaré de tí.


viernes, 30 de noviembre de 2007

Sonrisas



No quedan sonrisas

apenas si hay ganas.


No las echaré en falta
todas vestían tu nombre.

De qué sirven

ahora que no estás.

El alma es sal
las lágrimas alma

y todo es tan amargo...


No quedan ganas

Ni una sonrisa

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Ahora


Ahora que los grillos

comenzaron a serrar la noche con sus patas
y el silencio
planta sueños bajo nuestras almohadas
a la espera de una luna que las riegue.

Ahora
que el viento esquiló el cielo de nubes
donde desnudos quedaron
los deseos que no caen...

Tornaré ahora a nuestro lugar,
allí donde el alma escora
y guardé enterrada mi fe en tí.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Son las dos


Son las dos, más o menos, y ahí fuera todos duermen, o al menos eso parece. Y una noche más pienso en ti. Hace poquito las campanas tatuaron en el aire
su teñir lento y plateado, dos pequeños fragmentos de cristal estrellados contra el espejo de la noche. Fueron sólo dos llamadas, una para ti… la otra para mí. Y entre una y otra silencio, tan tenue como escaso.
Hoy me he preguntado si la segunda campanada logrará alguna vez alcanzar la primera. ¡Es tan breve el espacio que las separa!, apenas un segundo. ¿O esperará la segunda campanada a la primera? Es apenas el mismo segundo, pero lo dudo. Es su destino, alejarse la una de la otra, no poder recorrer el tiempo cogidas de la mano… por tan sólo un segundo. ¡Parece tan breve un segundo! Pero tal vez si eres campanada ese segundo equivale a toda una vida… Por eso pensé otra noche más en ti. Porque el silencio que nos separa se me antoja eterno. Fueron segundos, tú lo sabes, sólo algunos segundos, pero están durándome toda esa vida.
¿Duran más las campanadas noctur
nas? Se me ha ocurrido que de día deben durar menos porque hay más gente que la escucha. Tal vez de noche recorran más esquinas sin tantos oídos que las detengan. O tal vez sea todo lo contrario. Tal vez se consuman antes porque el alma de los pocos que nos resistimos a soñar está tan ávida de suspiros que le recuerden esos sueños que el bocado que les clavamos sea mayor. No se…
Que todo se reduce a eso al fin y al cabo… a que hoy una vez más he vuelto a pensar en ti y cada día se me hace más difícil intentar dormir sabiendo que al despertar volverás a alejarte de mí como esa primera campanada…
Por un segundo…

Lejos


Cerca de tí
todo lo demás queda tan lejos...

que cuando no estás
el cielo se desploma sobre mis verdades
y la realidad me engulle.

Al volver,
otra vez cerca de tí,
todo vuelve a quedar tan lejos..
.


martes, 20 de noviembre de 2007

Canción de niña


Ayer mientras te escribía
entró a leerme una muchacha
vestida en color tristeza
y de tacto sabor a mostaza,
de lágrima viva,
de alma callada,
pidiendo esconder en mis letras
algo que sus manos guardaban:

el pétalo roto
de alguna flor encallada

en esos puertos perdidos
que custodian dulces nanas

y encantados reinos
de princesas siempre amadas.
De un suspiro la niña
apagó de mi mirada

las mil velas que un día
prendiste con tu lunada.

Asi, eclipsado de ideas,

deshecho en las ganas
dejé de escribirte,
olvidé qué contaba.


Hoy mientras pruebo a esculpirte

otra vez con cansadas palabras

aguardo a que llegue esa niña

y me haga olvidar de qué hablaba.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Sombra

Escribo versos con la tinta de tu sombra
sembrando rimas en cada uno de los momentos
donde ya no estás.

Eras eterna
y pasaste tan fugaz
que el eco de tus labios
apenas es ya aroma a silencio
en los mios.

Qué fue de nosotros
cuando el alma se dividió
en tí y en mí...

Qué fue de los sueños
que entraban a dormir nuestros temores
guiados por el candil de las estrellas...



martes, 13 de noviembre de 2007

En tu ventana



















Dejaste la ventana abierta
por si volvían las ganas
y pusiste perdida la moqueta y tu esperanza
con el mar deshilachado que manaba desde el cielo.

Mientras yo por aquí,
deshojando de rayos el sol de la mañana
esperando a que alguien me pregunte
para responder si te quiero o no te quiero.

No es justo mi niña
dejarse caer sobre ese amargo sabor
cuando la verdad aparta sus brazos
y el alma golpea el suelo.

Seguiré perdido en lo que quedó de tí
lanzando a las brasas del futuro
todas y cada una de mis sonrisas
evitando volver a creer.


miércoles, 7 de noviembre de 2007

Huellas


Ya todo son huellas
imborrables, sesgadas, huérfanas,
dejadas a los pies del camino perdido
y gritando que acuda a vestirlas de andares.

Huellas todas, la una tras otra,
caídas de las ramas del tiempo,
huellas sin alas y aroma a recuerdo
de amargo sabor a mañana rota.


Sólo huellas arrugadas
pisadas siempre por los mismos momentos,
gotas de adiós en tristeza enhebradas,
camada de sueños que la noche creyó.

Huellas que el viento de sal desnudó
repitiendo incansable ecos ya dichos,
deseando sonrisas olvidadas por alguien,

siendo ya todo reflejo del fin.

Ya todo son huellas

y caricias perdidas
en el aire que nos separa.