
Dejé caer tu voz
tan profundamente
que el aroma del descenso hizo trizas
el jirón que remendaste.
Sopla el clavel
apaga su llama
que a oscuras los ojos no aciertan
a beber de tus manos.
En qué momento olvidaste
que las voces son sólo aire...
acurruca los despojos
y deja que duerman tranquilos.
A mi lado estás y no te encuentro
sesgada de tí misma
por un tú que llegó
dispuesto a relevarte.
Cerca del ventanal
lanzaré besos
por si sales a desnudarme.
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