domingo, 23 de mayo de 2010

Silencios





















Se escucha repicar, a lo lejos,
el tañir del viejo campanario
jugueteando entre las calles,
delineando los latidos de la espera
-no hay color cuando la luna
decide no aparcar
en doble fila-.
En los edificios
algunas ventanas se iluminan
como estrellas en la noche
dibujan una constelación
que no consigo averiguar.
A su falda, plantados
y caprichosos en su respiración,
los semáforos a esta hora
ya bombean poco ruido en lo que es
el descanso del dragón.
Todo parece tranquilo,
todo huele a maullidos y jazmín.
Hora de echar persiana a las palabras
y cerrar con candado
las ganas de buscar.

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