sábado, 29 de noviembre de 2025

Epistolar

Hola,

que lejos estuviste todo el tiempo.

Tuve que tocar tu piel para darme cuenta

de que jamás podría llegar a ti.

Que las palabras duelen tanto 

como el silencio que dejas entre ellas

y ya no sé si apartar la mano,

dejar que caigan al anhelo,

o tratar de agarrarlas al vuelo 

y reabrir las llagas 

que apenas si quieren sanar.

Es todo tan confuso

que sólo saberme en mi estado

es la cura a su propia enfermedad. 

A veces trato de convencerme 

que no eres  la mejor opción,

que nunca lo fuiste,

hasta que me descubro 

escondido tras la verdad 

y cedo a la mentira que es 

tratar de olvidarte. 

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