Hola,
que lejos estuviste todo el tiempo.
Tuve que tocar tu piel para darme cuenta
de que jamás podría llegar a ti.
Que las palabras duelen tanto
como el silencio que dejas entre ellas
y ya no sé si apartar la mano,
dejar que caigan al anhelo,
o tratar de agarrarlas al vuelo
y reabrir las llagas
que apenas si quieren sanar.
Es todo tan confuso
que sólo saberme en mi estado
es la cura a su propia enfermedad.
A veces trato de convencerme
que no eres la mejor opción,
que nunca lo fuiste,
hasta que me descubro
escondido tras la verdad
y cedo a la mentira que es
tratar de olvidarte.
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