
Suspiros fechados,
amorfos, rendidos, grillados,
cercenados suspiros
carentes de fe
y sin gota de hálito.
Respuestas vacias que adornan el quicio
de la ventana que aún da a tu tejado
donde la chimenea calló
cedida al invierno,
donde ya no sopla la lumbre
que antes alimentamos
con madera hecha niños
dos perros y un gato.
Lejos,
en algún lugar,
la sinfonía debe escucharse rota
hecha trizas papel,
hojas caídas que el viento arrastra
huérfanas de árbol,
ruidosas pisadas de este camino
que se dibuja
tan y tan largo.
Suspiros sin respuesta,
sin pregunta lanzados
a los rojizos ojos del fue.
Niños grotescos,
caprichosos, malcriados...
todo aquello que un día se nos antojó
y al siguiente quedó por hacer.
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