Ayer mientras te escribía
entró a leerme una muchacha
vestida en color tristeza
y de tacto sabor a mostaza,
de lágrima viva,
de alma callada,
pidiendo esconder en mis letras
algo que sus manos guardaban:
el pétalo roto
de alguna flor encallada

en esos puertos perdidos
que custodian dulces nanas
y encantados reinos
de princesas siempre amadas.
De un suspiro la niña
apagó de mi mirada
las mil velas que un día
prendiste con tu lunada.
Asi, eclipsado de ideas,
deshecho en las ganas
dejé de escribirte,
olvidé qué contaba.
Hoy mientras pruebo a esculpirte
otra vez con cansadas palabras
aguardo a que llegue esa niña
y me haga olvidar de qué hablaba.
2 comentarios:
grande poema!
uauh! :)
Muy bonito mi querido Canido... a veces necesitamos de alguien que nos haga olvidar lo que nos "duele"... ya sea bueno o malo para nosotros...pero que nos hace no pensar en nada mas...
Un saludo un gran abrazo y muchos besos...
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